miércoles, 30 de julio de 2008

ELABORACIÓN DE ESCUDOS

El pudor heráldico es una realidad que se ha comentado ya en varias ocasiones desde estas páginas. Denominamos de esa forma al exceso de pudor, de vergüenza, a la hora de exponer las armas propias o las de la institución a la que se pertenece.

Es verdad que la ostentación heráldica desdice del buen gusto de quienquiera que la practique. Pero un diseño armero, un escudo bien ejecutado puede resultar, expuesto en un lugar discreto, un motivo ornamental de primer orden.Recordará, improbable lector, las armas que el sacerdote de la diócesis de Cádiz-Ceuta, don Juan Enrique Sánchez Moreno, había elegido para sí mismo después de sopesar que elementos deseaba incluir. Se expusieron en la entrada del pasado día 18 de junio. Hoy se desea exponer el proceso de ejecución de esas armas sobre un escudo. Proceso que, evidentemente, sirve para cualquier otro diseño armero. Y se expone este desarrollo para animarle, improbable lector, a que se decida a decorar la bodega o ese rincón oscuro del garaje con un escudo en el que se reflejen sus propias armas. Sin estridencias, pero a la vista de todos.

Cortada una madera cualquiera, se dibuja con los medios de que se disponga sobre la tabla.Posteriormente se emplean los materiales a los que se tenga acceso para colorear: Rotuladores, pintura… Se va coloreando, con paciencia, sin prisa, sin olvidar los últimos detalles, hasta concluirlo. Solo se requiere paciencia y algo de tiempo libre. No es siquiera necesario saber dibujar, en la red se tiene acceso a cualquier figura que se desee representar y con papel carbón se puede trasladar a la superficie del escudo. Sí se desea exponer el consejo que me dio mi esposa, doña Arancha Piedrafita, artista consumada, en relación con el arte del dibujo: Se podrá tener mejor o peor gusto. Se podrá dibujar bien o mal, pero lo único que no puede tenerse es prisa. Siempre para el arte hay que tomarse el tiempo necesario.