sábado, 19 de abril de 2008

CUESTIÓN RESUELTA

Escribe un distinguido caballero castellano, don José Antonio Vivar del Riego, experto en armoriales y padre en poco tiempo. Una de sus clases magistrales se puede leer en la dirección de la escuela marqués de Avilés, en el enlace titulado: EL BLASÓN ESCRITO: LA HISTORIA DE LOS LIBROS DE HERÁLDICA, de esta página: http://www.adghn.org/publica.html.

Responde a la cuestión que se planteó en este espacio el día 30 de marzo. Aquella pregunta al aire sobre un escudo que adorna, en piedra, una fachada de la catedral de Santiago. Copio el mensaje literalmente, riguroso y científico:

“Según la fuente de tu consulta, dicho escudo está en la fachada que da a la plaza de la Inmaculada, también llamada "de la Azabachería".

En una foto del escudo más frontal que he podido encontrar, se puede apreciar mejor que el cuartel izquierdo (el segundo, supuesto que sea un escudo partido y medio cortado) presenta la figura de una losa con dos lagartos asomando por debajo: se trata sin duda del escudo de Losada, que remite a la leyenda de la plaga de lagartos que unos hermanos erradicaron "a espadazos".

Pues bien, la sede compostelana sólo ha tenido dos arzobispos apellidados Losada: Francisco de Seijas Losada (1681-1684) y Bartolomé Rajoy y Losada (1751-1772). Teniendo en cuenta que la fachada de la Azabachería se reformó en el siglo XVIII (
http://santiagodecompostela.vivelaciudad.es/2007/03/03-plaza-inmaculada-azabacheria por ejemplo), hay que concluir que dicho escudo corresponde con el segundo de los prelados, Bartolomé Rajoy y Losada.

Si consultas una nota biográfica de este arzobispo, verás que, en efecto, fue el restaurador de la fachada:
http://gl.wikipedia.org/wiki/Bartolom%C3%A9_Rajoy_y_Losada

Y, para más inri, he visto unas armas del linaje Rajoy, y blasonan en campo de plata, una ciudad al natural, entre dos árboles de sinople. Fallamos en los árboles, pero parece una correspondencia con el primer cuartel.”

Nada que añadir nada que quitar. Demuestra que la heráldica es ciencia auxiliar de la historia.

viernes, 18 de abril de 2008

DUBLÍN


La entrada de ayer, relativa al municipio de Ólvega, me ha hecho recordar otras armas que también muestran llamas salientes, en esta ocasión, de lo alto de las almenas de tres castillos. Armas habituales en la decoración los pubs irlandeses de todo el mundo, a buen seguro ha podido verlas en alguna ocasión en que se encontrara en uno de estos pubs, improbable lector.

Se trata de las armas de Dublín. Dichas armas muestran hoy un campo de azur con tres castillos de plata, bien ordenados, ardientes en las almenas de las torres.

Pero en esta ocasión las llamas no aluden a actos de heroísmo como el relatado ayer. No. Es más bien fruto de la falta de rigor en la creación de escudos.

Las originales armas de Dublín eran, desde el siglo XIII, tres torres, que no castillos, alrededor de una de las puertas de acceso a la ciudad, a través de la muralla medieval que circundaba la población. Similares en su disposición a las torres que aparecen en las armas de la ciudad de Burgos:


Estas torres eran de vigilancia, evidentemente. En la central, situada sobre la puerta, se representaban dos centinelas dando la voz de alarma. Y en las dos laterales sendos arqueros aparecían de lo alto de las torres con sus arcos listos para disparar hacia la puerta. Lo evidente del mensaje que pretendían trasmitir estas armas era que los ciudadanos estaban siempre dispuestos para defender su ciudad.


Con el paso de los siglos y sobre todo, con la falta de rigor en la representación de armas, se ha llegado al actual escudo de la ciudad de Dublín. Las tres torres son ahora tres castillos. Los lienzos de la muralla han desaparecido y los soldados se han convertido en llamas.


No obstante, he leído una justificación imposible en defensa de este diseño que hace arder las torres. Diseño que más recuerda un asedio y destrucción de la ciudad que otra circunstancia. Y es que dice alguna página en la red, que las llamas sobre las torres de los castillos simbolizan, atención improbable lector, el celo de los habitantes de la ciudad en su defensa.

jueves, 17 de abril de 2008

ÓLVEGA

Ólvega, en la provincia de Soria, antiguo reino de Castilla, cerca de la más conocida Ágreda, ostenta, orgullosa, armas ganadas en un triste acontecimiento histórico.

Corre el mes de marzo de 1474. Tiempos de inestabilidad política motivada por la falta de autoridad de un rey, Enrique IV el impotente, puesto en entredicho por sus problemas para obtener descendencia. La propia hermana del rey, la futura Isabel I, la católica, subleva la parte oriental del reino.

La nobleza, aprovechando siempre cualquier debilidad real para hacerse fuerte, campa por sus fueros haciendo suyas prerrogativas reales. El rey, agobiado por la sublevación de su hermana, la deslealtad de la nobleza y la guerra civil que comienza premia a los pocos nobles que permanecen fieles.

La comarca de Medinaceli, a la que pertenece Ólvega, había sido otorgada en premio a su lealtad a los de la Cerda, creando el condado, posterior ducado, de ese nombre.
En estas duras tierras de Castilla, lindantes con el vecino reino de Aragón, donde obtener beneficios de la tierra casi yerma es labor ardua, se vive más del pastoreo. En este siglo XV, el paso de rebaños de ganado ovino por la zona es abundante. Y la cesión de la tierra a señores extraños solivianta los ánimos de los recios pobladores. En masa se declaran vasallos de la monarquía, en la persona de la entonces princesa Isabel, sin reconocer más autoridad que la emanada de su persona.

Pero el de Medinaceli, Gastón de nombre, decide hacer suya la comarca que el rey Enrique le ha entregado. Para imponer el orden considera que un ejercicio de autoridad brutal hará recapacitar al resto de su territorio.

La más fortificada Ágreda queda a resguardo de su ira. Pero la débil Ólvega será el objeto de su castigo: El 14 de marzo de aquel año 1474, los lugareños y los vecinos llegados de los alrededores se refugiaron, conocida la venida del conde con una hueste de cinco mil peones y gente a caballo, en la torre de la localidad. Grande pero sin más defensa que sus muros.

Cercada la torre durante cinco días y agotada la paciencia del conde, decidió poner fin al empeño y hacer ejemplar castigo de quien a su autoridad se revelaba.

Ordenó al jefe de su hueste que acabara aquel asedio por el fuego. Y así se hizo. Carlos de Luna y Arellano, mariscal de Castilla y jefe de la mesnada, mandó prender fuego a la torre. De resultas de aquella villanía murieron en defensa de lo que consideraban su derecho cuatrocientas treinta personas, entre niños, mujeres y hombres.

Las armas, representativas de aquel heroico suceso, son las que acompañan estas líneas: En sinople, torre de oro en llamas. La información se ha obtenido de esta interesante página: http://www.elhacho.com/hechos.htm

En la ermita de los mártires, sita en la localidad, se conserva este cuadro suficientemente expresivo sobre los acontecimientos relatados:

miércoles, 16 de abril de 2008

CONDADOS DEL GRAN DUCADO

Se habló de las armas del gran ducado de Lituania. Este país báltico, está organizado territorialmente, aún en la actualidad, en una división tan natural, tan propia de Europa, como son los condados. En diez de estos condados ha sido dividida la nación completa.

La heráldica de estos condados es cuidada y estética. Todos ellos poseen bordura de azur cargada de diez cruces de doble traviesa, como la que porta el caballero de plata de las armas del gran ducado. Dos de ellos, recogen la figura de un caballero montado: Otros dos condados usan el oso, figura germánica por excelencia: Dos más representan figuras humanas: Otros tres recurren a animales, figurados o no: Y por fin, el último de ellos, representa una construcción humana: Convendrá, improbable lector, que se trata de una organización heráldica envidiable.

martes, 15 de abril de 2008

ESCUELA MARQUES DE AVILES

La página cuya dirección se adjunta, http://www.adghn.org/publica.html, acoge a la Asociación de diplomados en heráldica por la escuela llamada Marqués de Avilés.

En ella se proponen una serie de excelentes trabajos de verdadera hondura científica.

HERALDICA EN PINTURA

En el cuadro que se adjunta se advierten motivos heráldicos evidentes. Entre otros, los de los soberanos del vecino reino de Francia. ¿Conoce, improbable lector, algún dato sobre este cuadro?

lunes, 14 de abril de 2008

GRAN DUCADO DE LITUANIA

El escudo que acompaña estas líneas es el del gran ducado de Lituania, que todos los aficionados a la heráldica, en algún momento, hemos contemplado. Se trata de un escudo muy bien resuelto. Expresivo, claro, estético.

Estas armas representan al gran ducado de Lituania desde, al menos, 1366. El escudo es conocido como Vytis, que se traduce por: Caballero blanco.

Su blasonamiento podría ser: En campo de gules, caballero de plata, montado sobre caballo del mismo metal. Armado con espada de plata, con empuñadura de oro, que sostiene con el brazo derecho sobre su cabeza. Porta el caballero en su siniestra escudo de azur, cargado con cruz de doble traviesa de oro. Calzado con espuelas de oro. Silla y riendas de azur.

domingo, 13 de abril de 2008

DEL REINO FRANCES

En esta página, improbable lector, encontrará las armas del obispo Le Gall, de Toulousse, en lo que fue el antiguo reino de Francia: http://catholique-toulouse.cef.fr/site/143.html: Ducado de Bretaña, esto es, en forro de armiños, banda de gules cargada de tres cruces occitanas huecas de oro. Sobre las cruces cátaras u occitanas se trató recientemente en este blog,

al hablar, entre otros asuntos, de las armas del cardenal Panafieu, que también contienen la cruz occitana.


En esta otra página, http://catholique-toulouse.cef.fr/site/459.html, encontrará las armas del obispo auxliar del prelado de Toulousse con un, aun más evidente, escudo alusivo a la región del sur del reino de Francia, a través de las cruces.