sábado, 29 de noviembre de 2008

ORDEN DE LA JARRETERA

La orden de la Jarretera, en inglés the Garter order, que en español se debería traducir como orden de la liga, se fundó, como sabe improbabale lector, en 1348 por el rey inglés Eduardo III a consecuencia de los comentarios malintencionados de sus cortesanos durante un baile, en el que se atrevió a vestir una liga, que acababa de perder, a la condesa de Salisbury.Todavía hoy, una de las insignias de la orden, probablemente la más simbólica, es una cinta de negro cuero, rematado en hebilla, en la que se imprimen, en letras de oro, las palabras del rey fundador durante aquel baile: Mal haya quien mal piense, tan parecidas a aquellas del Maestro con la mujer adúltera a sus pies: El que esté libre de pecado que tire la primera piedra.La liga orla aun las armas de la soberana del Reino Unido. La orden, desde su origen, se acogió a la advocación de san Jorge, santo de más que dudosa existencia real, y cuya iconografía heráldica propone que trajo por armas, en su lucha con el dragón, una cruz de gules sobre campo de plata. Armas que son tradicionales en el entorno heráldico catalano-barcelonés consecuencia de la coincidencia de santo patrón.El absolutamente envidiable colegio de armas inglés, que no británico, que también hay corte de rey de armas en el reino de Escocia, tiene por oficial de armas más antiguo al Jarretera rey de armas, en lengua inglesa, the garter king of arms.Siempre el veintitrés de abril, día de san Jorge, en la capilla de san Jorge del castillo de Windsor, se procede a la investidura de nuevos caballeros.
Se propone hoy, por vez primera, una filmación. Se trata de la ceremonia de investidura, como caballero de la orden de la Jarretera, de sir Edward Heath, que alcanzara el empleo de teniente coronel durante la segunda guerra mundial y fuera primer ministro conservador desde 1970 a 1974. Esta es la filmación.

viernes, 28 de noviembre de 2008

LAS COLUMNAS EN CUARTEL PROPIO

Se hablaba recientemente de las columnas que se acolan al actual escudo de España. Se explicaba su origen, en la voluntad del emperador don Carlos I de España y V de Alemania, influenciada por la de su maestro, el médico italiano Luigi Marliani, Luis Marliano en castellano, y se apuntaba su significado, simbolizar la parte del reino que se situa plus ultra, más allá de las columnas de Hércules, más allá del mar.
Hoy las columnas se acolan al escudo nacional. Realmente, como en su nacimiento, son un adorno exterior.

Pero no siempre han estado ahí. De hecho, los sucesores del emperador, en buena medida olvidaron las columnas de Hércules:

Hasta que un usurpador autotitulado rey, extranjero, hermano del emperador Napoleón de Francia, José Bonaparte, de los Bonaparte de Córcega descendientes de los Buonapart mallorquines, decidió retomar las columnas como motivo heráldico en el escudo nacional.

A un rey extranjero e impuesto por otra potencia debemos el actual escudo de armas de España. Fue él, José Bonaparte quien, al decidir la composición heráldica que representaría su reinado, dio valor geográfico a las armas personales de los reyes.

Como se ha expuesto en varias ocasiones, los principales cuarteles que se disponen en el actual escudo nacional, a excepción del cuartel de Granada, representan las armas de reyes que, en un momento histórico, portaron realmente un escudo con ese motivo heráldico.

Es decir, los cuarteles de Castilla,

de León, de Aragón

y de Navarra,

fueron en algún momento histórico escudos individuales que portaban y que representaban a los reyes de cada uno de esos reinos. Eran en consecuencia, armas de significación absolutamente personal, no territoriales o geográficas.

Sin embargo, José Bonaparte, al decidir que sus armas fueran las que tradicionalmente portaron los reyes españoles con los que no le unía otra cosa que el territorio sobre el que reinaba, otorgó un significado geográfico, territorial, a los símbolos antes personales.

Significación que, al ser inconscientemente aceptada por el pueblo, condujo a que, pasados sesenta años, ya no se albergara duda del significado territorial de los cuarteles y se adoptaran como escudo por una forma de gobierno alejada de la monarquía, el gobierno provisional de 1868, cuyas armas son strictu sensu, el origen del escudo actual de España.

José Bonaparte, el llamado Pepe Botella por los castizos, utilizó como armas propias de su reinado los cuarteles de Castilla, León y Aragón. Añadió el cuartel de Navarra, que no habían traído los reyes españoles posteriores a la invasión de aquel reino en 1516. A las armas de Granada las alejó del entado en punta concediéndoles espacio en un quinto cuartel, y añadió aun un sexto cuartel, las columnas de Hércules. La composición heráldica resultante fue un curioso partido de uno y cortado de dos, con escusón, de nuevo ovalado, con las armas del imperio napoleónico.

De esta forma, las columnas abandonaron su identidad como adorno exterior que fueron del emperador don Carlos I, para pasar a conformar una parte del escudo nacional de la España ocupada por Napoleón, ocupando un último cuartel.

HERÁLDICA DE CHILE

Ya se expuso en alguna ocasión la existencia de otro blog de heráldica en castellano. Se trata de la cuidada página de don Walter Gallegos, titulada Heráldica de Chile. Es obligado, improbable lector, rendir visita.

jueves, 27 de noviembre de 2008

REAL HERMANDAD DE SAN FERNANDO

El comandante médico don Juan Rafael Aliaga y Montilla, compañero de destino y amigo, caballero de muy ilustres y esclarecidas órdenes, como la Constantiniana de san Jorge, del reino de Dos Sicilias, tiene la deferencia de informarnos de un acto de investidura que tendrá lugar hoy, jueves veintisiete, a las ocho de la tarde.

Se trata de la toma de hábito, de la investidura, de nuevos caballeros de la Real hermandad de san Fernando en la cripta de la catedral de la Almudena de Madrid, presidida por su máximo representante, el general don Feliciano Calvo.

Los estatutos de esta Real hermandad datan de 1942, durante el pontificado arzobispal madrileño de don Leopoldo Eijo y Garay, de santa memoria.

I PRÍNCIPE DE ASTURIAS

Si los príncipes de Asturias ostentaran un numeral que indicara el orden en la ocupación del título, como en el caso del resto de la nobleza titulada, el que posteriormente sería el rey Enrique III de Castilla, hubiera añadido el número I a su título de heredero.Su padre, el rey don Juan I, de la dinastía que se llamó Trastámara, creó el título de príncipe de Asturias, copiando el modelo inglés, que conoció al concertar la boda de su heredero con la princesa Catalina de Lancaster, hija de Juan de Gante, duque de Lancaster y de Constanza de Castilla, heredera del rey don Pedro I el cruel.El título de príncipe de Asturias conllevaba entonces la efectiva administración y gobierno de aquellos pagos, con las inherentes rentas anejas. Circunstancia que se mantuvo hasta el reinado de los reyes Isabel I y Fernando II, los católicos, que hicieron del título un mero adorno honorífico.Se añade la anécdota referida a que este I príncipe de Asturias fue quien, ya siendo rey, organizó la colonización del archipiélago Canario, enviando la primera expedición, al mando del noble francés Jean de Béthencourt, en el año 1402.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

EL ORIGEN DE LAS COLUMNAS DEL ESCUDO DE ESPAÑA

Se ha hablado mucho en este espacio virtual de los diferentes elementos que conforman el escudo de España. Pero, que recordemos, aun no se ha tratado un elemento exterior de las armas nacionales, las columnas.Las columnas que se acolan al escudo de armas de España provienen del reinado del emperador don Carlos, sí efectivamente, primero de España y quinto de Alemania. Estas fueron sus armas:El emperador decidió añadir las columnas a la composición heráldica que serviría de representación de su persona a instancias, dicen los heraldistas expertos, de su maestro, el médico y posterior eclesiástico italiano Luigi Marliani.
Fue Luigi Marliani un personaje de gran ascendencia sobre el emperador, quien lo elevó al obispado de Tuy, en cuya torre de la catedral se pueden aun apreciar sus armas, un león, pasante guardante, junto a su divisa, un bordón rodeado de una cinta con una inscripción personal: Ni de donde, ni a donde, en latín.
Cuentan los expertos que fue Marliani quien propuso al emperador, en una época de florecimiento de la cultura clásica, el renacimiento, añadir a la tradicional composición armera de los reyes de Castilla y Aragón, un nuevo elemento heráldico tomado de la más tradicional mitología: Las columnas de Hércules rodeadas, igual que su divisa personal, de una cartela de gules.Como sabe, improbable lector, cuenta la mitología griega que Hércules abrió el paso desde el Mediterráneo al Atlántico, antes inexistente, separando con su magnífica fuerza, las dos columnas naturales, dos altos peñones, que cerraban el paso y desde los que no había más allá, en latín non plus ultra. Hoy ese paso que forzó Hércules se denomina estrecho de Gibraltar.
De esa forma, en una etapa de expansión, de conquista y también de gran admiración por la cultura clásica, se expuso, con evidente pertinencia y elegancia, un elemento clásico que serviría para simbolizar la expansión de los reinos españoles hacia occidente, hacia América, hacia ese continente que se situa plus ultra, más allá de las columnas de Hércules.

EUROPA

Extraído de la red, un curioso medallón que representa una alegoría de Europa a través del recurso a la heráldica de doce naciones soberanas de nuestro viejo continente. Reconocerá sin problema, improbable lector, las armas de la mayoría de ellas.

martes, 25 de noviembre de 2008

BLASONES HISPANOS

Ya se ha comentado en alguna ocasión la existencia de una excelente página en la red dedicada, no solo a la heráldica, sino a la nobiliaria y a otras ciencias afines. Se trata de la, merecidamente famosa, página denominada blasones hispanos, que a buen seguro, improbable lector, ha visitado en multitud de ocasiones.Desde este tedioso blog, se desea felicitar a los realizadores de esa página que, con su buen criterio y rigor, alcanzaron el día veintiuno de este mes de noviembre, el millón de visitas. Cifra que viene a confirmar la buena presentación y el mejor contenido de la página.

Como siempre se ha hecho desde este espacio virtual, se le anima, improbable lector, a rendir visita a página tan ejemplar, sin olvidar su excelente foro y su ameno blog.

ACADEMIA INTERNACIONAL DE HERÁLDICA

Este espacio virtual se hace eco de la noticia que la Real de heráldica ha publicado recientemente, relativa a la Academia internacional de heráldica y al rey de armas de Castilla y León.

Se desea exponer, ante tan lamentable estado de cosas, una antigua reflexión.

lunes, 24 de noviembre de 2008

DINASTÍAS DE TRAICIÓN

Al hilo de la reciente entrada relativa a la, necesariamente obligada para todo heraldista, lectura de la obra de don don José Luis Sampedro Escolar, DINASTÍAS DE TRAICIÓN, se desea añadir un comentario relativo a un tema que nos ha llamado poderosamente la atención.Conociendo la gran cultura, el rigor intelectual y la noble afición por la genealogía de las casas reales de nuestra vieja Europa del autor del libro, sorprende la publicidad que se difunde en varias páginas en la red que se hacen eco de la reciente edición de la obra.Curiosamente, esta publicidad insiste con reiteración en un error histórico que, expresamente comprobado, no aparece en el libro. Se trata de la afirmación relativa a que el cismático rey Enrique VIII de Inglaterra casó ocho veces, cuando, como sabe improbable lector, la realidad es que contrajo solamente seis matrimonios.En animada conversación con el autor y otros comensales, salió a relucir el tema: La realidad es simple. No debe atribuirse al autor de DINASTÍAS DE TRAICIÓN este error, que sería imperdonable en un especialista dinástico, sino a los redactores de esa publicidad equivocada.Se insiste, deseando llamar su atención improbable lector, sobre la realidad: Estamos ante un trabajo que actualiza muy documentadamente la crónica de las casas reales de Europa occidental hasta nuestros días. Además, aclara muchos de sus conflictos familiares, destruyendo esa maniquea afición que tienen algunos historiadores y, sobre todo, muchos políticos, de calificar a los protagonistas de la historia como buenos o malos según sus posturas ideológicas.