viernes, 27 de febrero de 2009

SAN LÁZARO

Para concluir el tema se propone a su consideración, improbable lector, un breve texto recibido a través del correo asociado a este blog cuyo propósito es defender la legitimidad de ejercicio y la imagen de la orden de san Lázaro.Muy Señor mío:

En el blog de esta mañana leo con sorpresa la carta que ha recibido sobre la Orden de san Lázaro, donde expone una serie de argumentos nada científicos pretendiendo descalificarla con afirmaciones que se instalan más en el sombrío territorio de la calumnia y el insulto que en la realidad rigurosa. Desconozco la catadura moral de los conocidos de quien le remite carta, pero puedo asegurarle que en el Gran Priorato de Italia de la Orden no ingresa ningún delincuente. Ni en Italia ni en ninguna otra parte del mundo, que yo sepa.Veo que el que tiene una enorme confusión es el anónimo autor de la carta que, bajo la excusa de que la Santa Sede no reconoce a nuestra Orden, pretende arrojarnos al abismo de las organizaciones fraudulentas. Probablemente él no sepa que el reconocimiento de la Santa Sede de una orden ecuménica (esto es, que admite a católicos, ortodoxos y protestantes) declarada extinta como orden católica por propia la Santa Sede hace siglos, es perfectamente irrelevante.

La Santa Sede, que durante el pontificado de Juan Pablo II ha dado tantas muestras de simpatía por la Orden, no puede reconocer una institución que, primero bajo la protección de los Reyes de Francia y luego bajo el gobierno de sus Grandes Maestres, se ha mantenido siempre independiente de ella. De la misma forma que no reconoce órdenes perfectamente legítimas como la Orden del Dragón de Anam, por poner solo un ejemplo.Por si esto fuera poco, la Orden de San Lázaro se mantiene bajo la protección espiritual de los Patriarcas católicos de rito greco-melquita de Alejandría desde 1830 hasta nuestros días, lo que desmiente en la práctica el supuesto alejamiento de la jerarquía católica. El anónimo redactor del mensaje que recibió debería preguntar a Su Beatitud el Patriarca Gregorios III Latham sobre la legitimidad y continuidad de la Orden. Vería lo que le contesta.En mi modesta opinión, el autor de la misiva y los que, legión, comparten su culpable opinión debieran asesorarse antes de sembrar dudas sobre la calidad de algunos miembros de San Lázaro. Poner en duda la nobleza de la segunda varonía de la Casa de Borbón de España, o sea la de los duques de Sevilla, grandes de España, resulta, cuando menos, pintoresco. No deseo con esta carta abrir una polémica que ya se ha revelado inútil, pero me gustaría que fuese reproducida, por si algún enemigo de la Orden viera en mi silencio algún síntoma de desfallecimiento.

Atentamente,

José María de Montells, Juez de Armas del Gran Priorato de España