sábado, 19 de septiembre de 2009

LAS ARMAS DE MONSEÑOR SANZ MONTES, O.F.M.

Envía unas líneas un distinguido heraldista que no desea revelar su nombre. En su mensaje nos recuerda las armas de monseñor Jesús Sanz Montes, O.F.M., obispo de Huesca y de Jaca, que son las que siguen,añadiendo su juicio de valor desaprobatorio sobre ese diseño. Juicio coincidente en todo punto con el de quien estas líneas redacta.

Anuncia, además, que ha llegado a sus oídos la posibilidad de que monseñor Sanz Montes acceda a la condición arzobispal por medio de su trasladado a Oviedo, la capital del principado de Asturias.Por último solicita este heraldista lo siguiente en relación con las armas de monseñor Sanz: “Si su opinión puede hacer algo, me complacería enormemente que hablase en su blog sobre la conveniencia de adoptar un escudo más acorde tanto con su condición como con las reglas heráldicas.

No creo, con absoluta sinceridad, que lo que se pueda redactar en este espacio virtual pueda influir en forma alguna en las decisiones heráldicas de un obispo, casi ya arzobispo. En cualquier caso se apuntan algunas ideas.

Efectivamente, las palabras del heraldista que remitía el mensaje, “a fe que no ha sido el gusto lo que ha guiado su elección”, no son en absoluto descabelladas. Desde luego el dibujo que sirve como escudo, quizá estéticamente agradable para un cartel, no tiene que ver con la heráldica, por más que aparezca inscrito en una boca de escudo.Sin duda quien diseñó ese cartel, enmarcado en la curva que representa un escudo, poseía un enorme conocimiento teológico, una gran sabiduría eclesiástica y muy buen gusto para la realización de posters de carácter religioso. Pero la heráldica eclesiástica no es eso. En realidad es más simple. En ese cartel que sirve de armas para el obispo Sanz Montes aparecen demasiadas cosas. Con un par de motivos, llamados muebles en heráldica, bien claros y contundentes, se hubiera conseguido un efecto heráldico acertado y acorde a las leyes de esta ciencia.

De la página de wikipedia que relata los motivos de elección de esas armas episcopales se apuntan estos detalles:La punta disminuida del escudo recoge las armas de la ciudad de Madrid, de donde es natural el obispo, y las armas de unas familias que también se apellidan Sanz y Montes, pero que nada tienen que ver con el obispo. Los escudos, como se ha manifestado en repetidas ocasiones, no son de apellidos sino de un individuo y de su familia. Disponer en un escudo episcopal las armas de unos extraños, que casualmente se llaman del mismo modo, es algo impropio.

Un par de detalles más: El cuartel siniestro del partido, enmarcado en un arco ojival, disposición ajena desde luego a nuestra ciencia, representa el crucifijo que ordenó a Francisco el conocido “repara mi casa”. No es propio de un escudo representar un crucifijo. En heráldica se disponen cruces, sin Jesús clavado al madero. Surmontado a este mueble se dibuja una irreconocible estrella que dice representar a María Santísima. A María Santísima, esto es una nota de humor, imagino que no le debe gustar verse representada de forma tan extraña en un supuesto escudo.En el segundo cuartel, igualmente circunscrito por un arco ojival, se dispone el frontal de la capilla de la porciúncula, en castellano la porcioncita, de tan querido recuerdo para los frailes menores. Surmontado, en un roel, el emblema de la orden franciscana a la que, como ya habrá inferido improbable lector, pertenece el obispo.

Del resto del llamado escudo no nos atrevemos a decir gran cosa porque más parece un diseño arquitectónico que heráldico. Sí se quiere apuntar un detalle, por evitar que pueda llevar a error, que aparece en la explicación institucional de este dibujo: los tres círculos no representan en absoluto a la trinidad. A la trinidad la representan sus propias armas, atribuidas desde hace siglos, de gran valor teológico tradicional.Para terminar, las tradicionales borlas que penden del capelo episcopal se convierten, en el escudo de monseñor Sanz, en nudos del hábito franciscano. Nunca habíamos visto semejante dibujo; no obstante, y a pesar de romper una costumbre secular, puede resultar medianamente aceptable, novedoso, pero con sentido.

En resumen, el conjunto que conforma ese supuesto escudo no es aceptable heráldicamente hablando. El exceso de muebles, la abundantísima simbología atribuida a los diferentes arcos, muebles y colores es extraña a la heráldica. Además no se admiten en los escudos diferentes luces, diferentes matices o tonos de color. El conjunto resulta en todo punto excesivo, extraño, irreconocible, impropio del escudo de un obispo católico.Esperamos que de algo puedan servir estas líneas que pretenden que ese gran cartel, ese buen póster, se extraiga de la boca de un escudo y que se diseñen de nuevo unas armas diferentes para el obispo aprovechando la coyuntura de su cambio de destino eclesiástico.