miércoles, 16 de febrero de 2011

INICIATIVAS PARLAMENTARIAS ACORDES A UNA SITUACIÓN DE GRAVE CRISIS ECONÓMICA

Un militar no puede expresar opiniones políticas, pero sí puede razonar sobre sistemas sociales e ideas.
El comunismo ya no tiene vigencia más allá de las fronteras de los escasos países que aún soportan la tiranía de sus gobernantes, quienes desean mantener sus prebendas a costa de su propio pueblo. El segundo mundo, aquel que se alojaba al otro lado del telón de acero, se rindió a finales de los ochenta del pasado siglo,
dejando una estela de millones de muertes de seres humanos. Millones.
Hoy, algunos nostálgicos de aquel sistema social de terror pretenden recrearlo, igualándonos a todos, igualándonos en la miseria. Su apoyo social es poco significativo, pero muy sonante por las novedades que proponen, invariablemente radicales. Gracias al cielo, la inmensa mayoría de los españoles prefiere un estado de derecho como el que propugna nuestra constitución. Una monarquía parlamentaria que nos equipara a naciones tan avanzadas socialmente como el Reino Unido, Holanda o Suecia. 
Se ha tenido noticia de dos proposiciones no de ley que emanan de un grupo parlamentario que aglutina dos coaliciones de corte comunista. La primera de ellas exige la abolición de los títulos nobiliarios y la segunda que se instaure en España el catorce de abril, como la fiesta del periodo que comenzó con el golpe de Estado incruento que motivó el abandono de España de la familia real en 1931.
Mi condición laboral me impide abordar, como merecen, las tergiversaciones palpables de la historia reciente que se recogen en los textos a los que se ha dado trámite parlamentario. Me limitaré a exponer una breve reflexión que ya conoce, improbable lector.
Al igual que la Iglesia propone a los santos como modelos a seguir, sugiriendo adecuar las conductas individuales a la caridad que exige nuestra fe; del mismo modo que incluso los regímenes comunistas reconocen el valor de sus militares otorgando distinciones que prenden en sus guerreras, y proponen a ciudadanos civiles como héroes para estimular el trabajo en favor de sus naciones; las sociedades que se han dotado a sí mismas de una monarquía parlamentaria, votando libremente no se olvide, premian con un título nobiliario, y a la vez proponen como ejemplo, a individuos cuyo esfuerzo a favor de la colectividad ha redundado en beneficios de toda índole para el conjunto de la ciudadanía.