miércoles, 16 de marzo de 2011

OTROS REYES DE ARMAS, II


Como ya se expuso, en estos reinos que conforman España no existe un solo rey de armas, considerado institucionalmente como tal, para atender los derechos de registro heráldico individual de los súbditos del rey. Sí se han nombrado, por el contrario, en el entorno regional, pero únicamente con capacidad heráldica para las instituciones municipales.

No existe, al menos por el momento, voluntad de dar salida a esta situación. Se viven tiempos de aguda crisis económica. Crisis enmascarada, su papel lo hacen muy bien, por normas gubernamentales tendentes a crear perplejidad. Y lo consiguen. Reflexione, improbable lector, ¿en las pasadas fechas de qué ha charlado?: ¿de la situación de crisis que padecemos, del insostenible índice de desempleo, o de la velocidad a la que hay que circular por autopista? ¿de la situación de retroceso económico, de la bajada generalizada de sueldos, o de la norma que impide fumar en bares y restaurantes?

Atendiendo a esta voluntad de perplejidad, enmascarada en leyes saludables, veo al fin factible que se nombren, el día menos pensado, diecisiete reyes de armas, uno por administración regional. Así se hablará de otra cosa.

Como se expuso y hoy se confirmará, de lo que sí hay certeza es de que a la divinidad le preocupa, y atiende, las necesidades heráldicas de los movimientos eclesiales.
El día dos de octubre de 1928, el mundo alcanzaba la gracia de ver germinar la semilla que el Altísimo había sembrado en el alma de un santo, el santo marqués de Peralta. Ese día veía la luz el Opus Dei.
Se exponen en varias imágenes las actuales armas de rama sacerdotal del Opus Dei, la Sociedad sacerdotal de la Santa Cruz: cruz flechada de oro, en campo de gules. Estas armas fueron durante quince años, de 1928 a 1943, las del propio Opus Dei.
La aparición en las páginas del diario ABC, a primeros de febrero de 1943, del diseño de la bandera de un partido de ideología filonazi húngaro, coincidente en su motivo principal con el de la nueva organización religiosa, motivó el necesario y urgente cambio, que se materializó el catorce de febrero de 1943.
La divinidad, de nuevo ejerciendo su capacidad de autoridad heráldica, inspiró, en palabras del santo marqués de Peralta, las nuevas armas de la Obra. Ese día, al salir de celebrar la santa misa dibujó, en una hoja de su agenda, un círculo con cruz inscrita. La cruz mostraba el travesaño horizontal muy elevado.
Hay que aclarar no obstante que, hasta el día anterior, el fundador del Opus Dei había predicado un curso de retiro a los que serían los tres primeros sacerdotes de la Obra en El Escorial, realizando visitas regulares a la gran basílica que alberga el monasterio real. En la reja de acceso al recinto sagrado, entonces como hoy que lleva allí quinientos años, se aprecia con nitidez el diseño que se convertiría en el distintivo de la Prelatura.
La conclusión es lógica: El Espíritu Santo se vale, como es evidente, de los resortes que considera más convenientes para sus inspiraciones heráldicas.