lunes, 10 de octubre de 2011

AFRENTA HERÁLDICA

En otra ocasión abordé el asunto. Las armerías son susceptibles de recibir honores. El aumento de armas o aumento de honor, tan utilizado en tiempos pretéritos.

Las armas del almirante Colón, con el aumento de honor de un cortado, partido de armas similares a las de la reina titular de Castilla son quizá el ejemplo más manido.
Menos conocido, y desde luego posiblemente fabuloso, es el recibido por el joven pastor que guió las tropas cristianas a través de Sierra Morena el día previo a la batalla de Las Navas, cuyo ochocientos aniversario se celebrará el próximo año.
La bordura de cabezas de vaca alude, como recordará improbable lector, al cráneo que señalaba el inicio del secreto paso que permitió la victoria de las tropas de la Cristiandad frente a los moros.
Pero hoy me permito llamar su atención, improbable lector, sobre el caso opuesto. Recibir afrenta en la heráldica personal.  La imagen que sigue fue tomada en San Sebastian. En las que fueran tierras del señorío de los López de Ayala cedidas voluntariamente a la corona de Castilla.
Deshonradas, las pretéritas armas de los reyes de España,
acoladas de Habsburgo.
¿Ha reparado, improbable lector? Aún hoy, en la primera década del XXI, según nos recuerdan los violentos del norte, se recibe afrenta en las armerías. Ya no de manu regia, sino de la mano de los radicales.