sábado, 19 de febrero de 2011

HERÁLDICA: ¿CIENCIA O ARTE?

SOBRE LA CONDICIÓN DE CIENCIA DE LA HERÁLDICA

Doctor don Florentino Antón Reglero
Capitán de la Marina Mercante Española
Master Universitario en Derecho Nobiliario y Premial, Heráldica y Genealogía


El pasado 29 de enero tenía el placer de leer el aporte que D. Miguel Arista-Salado nos hacía sobre la condición de ciencia de la Heráldica. Estoy con él plenamente de acuerdo en lo sustancial de su argumentación y de sus conclusiones, que es casi como decir que en todo, pues lo accesorio no cuenta en este caso. Afortunadamente ya nos hemos acostumbrado a hablar de “ciencias historiográficas”, con lo que aquello de “ciencias auxiliares” se queda para los nostálgicos de la primacía, sólo lingüística, dada a su propio saber.

Pero las ciencias ya no se conciben como compartimentos estancos, sino como una parte limitada del conocimiento humano, que es un todo, y que necesita del concurso de las demás para desarrollarse y florecer; y ello, cualquiera que sea su campo o su dimensión.

Creo sinceramente en la condición de ciencia de la Heráldica, pero reconozco que ha vivido tan alejada del mundo académico universitario, que aún no ha superado su necesaria renovación conceptual. En realidad, en cuanto a sus fundamentos doctrinales, vivimos de las rentas que nos han proporcionado los autores de los siglos XVIII y XIX con sus trabajos de recopilación y síntesis. Aun así, nos permitimos el lujo de calificarlos de decadentes pese a que su minuciosa labor, y su ordenada muestra de conjunto del saber heráldico, son los que lo han convertido en una disciplina. Y pese a que ello es precisamente lo que está sirviendo de marco conceptual a los trabajos y a las enseñanzas actuales. Quizá por ello prefiero calificarlos de academicistas como muestra de agradecimiento a su labor.

En cualquier caso, la condición de ciencia de esta disciplina nos exige hoy una amplia y verdadera actualización metodológica. La ambivalencia de “ciencia” o “arte” en que nos situaron los academicistas ya no es defendible. Entendemos hoy por ciencia ese conjunto de conocimientos que han sido obtenidos como racional resultado de la observación o la experimentación llevada a cabo en ámbitos específicos del conocimiento humano; pero no de cualquier modo, sino mediante procedimientos aceptados por seguir pautas homologables, que son propias del método científico.

La cuestión no está sólo en dar por válido lo que hasta ahora se nos ha dicho que constituía la ciencia heráldica, sino en intentar validar, desde las exigencias y el mayor saber de nuestro tiempo, qué tanto es verdad del marco conceptual en que nos movemos. En realidad, mucho de él, posiblemente, no ha pasado de lo meramente especulativo o del particular gusto de unos o de otros. Por otra parte, hay demasiadas fórmulas relativas al diseño o a los blasonados de las armerías, por ejemplo, que influyen y condicionan nuestro quehacer como si se tratara de verdaderos axiomas, sin que exista una razón lógica o empírica que lo justifique. En consecuencia, es necesario preguntarse si efectivamente la Heráldica es una ciencia. Por mi parte creo que sí, pero estamos obligados a demostrarlo cada día en el desarrollo de nuestros trabajos.

viernes, 18 de febrero de 2011

RECORRIDO POR LA HERÁLDICA HISPANA, CAPÍTULO SÉPTIMO

ORÍGENES Y EVOLUCIÓN DE LA HERÁLDICA HISPANA

 
Dr. Alfonso de Ceballos-Escalera y Gila,

Marqués de La Floresta
Cronista de armas de Castilla y León

CAPÍTULO SÉPTIMO: LA EDAD MODERNA Y LAS POSTRIMERÍAS DEL FENÓMENO HERÁLDICO (SIGLOS XVI-XVIII)


El uso general del sistema heráldico por parte de las sociedades hispanas va a perdurar tanto como duró en ellas el Antiguo Régimen, es decir hasta los tiempos de la Revolución Francesa.
Durante toda la Edad Moderna se siguieron utilizando generalmente los escudos de armas, sobre todo como marcas de honor y de prestigio social de carácter nobiliario. Esta mentalidad trajo consigo un creciente control de su uso por parte de los poderes públicos, y por ende una creciente intervención de los oficiales de armas, que a su vez fueron los causantes de su degeneración gráfica, y de su esclerosis dogmática.
Durante este periodo final, los diseños se hicieron cada vez más recargados de particiones y figuras. Proliferaron las cartelas caprichosas (sobre todo la llamada cartela de rollos, porque representaba en su origen un pergamino semienrrollado); los timbres (yelmos y cimeras, tenantes y soportes); las insignias nobiliarias (coronas, hábitos y cruces), y los mantos . También los diseños naturalistas en cuanto a figuras y colores. Para colmo, el arte del Barroco por excelencia, el teatro, vio en ellos un atractivo modo de representar escenas dramáticas, produciendo a veces verdaderos engendros gráficos de difícil interpretación.
Por otra parte, los tratadistas heráldicos apenas innovaron ideas, tampoco nuevas formas: se limitaron a aplicar hasta la saciedad conceptos y diseños ya declaradamente rancios, y a observar un excesivo formalismo conceptual y léxico, meramente descriptivo, lo que derivó hacia la absoluta esclerosis del sistema.
Su desaparición como fenómeno social tendrá la misma causa que permitió su pervivencia durante el siglo XIV: su asociación a la idea de ser una marca de honor de carácter nobiliario. Por eso, cuando el propio estamento nobiliario sea cuestionado o incluso desaparezca, al hilo de las revoluciones liberales, el sistema heráldico seguirá su misma suerte. Aunque sobreviva en círculos sociales minoritarios como una verdadera reliquia de otros tiempos.

jueves, 17 de febrero de 2011

ENLACE ESTADÍSTICO

Don Juan Moral Jiménez y doña María Dolores Escabias Escabias, son matrimonio que nos honra con su amistad desde hace más de diez años. Vecinos de Torrelodones desde hace quince, la fama de bonhomía de ambos es notoria.
Naturales de Valdepeñas de Jaén, que hemos tenido la suerte de visitar en dos ocasiones, nos han regalado una hospitalidad ejemplar. Allí alcanzamos la suerte de participar en las Fiestas Realengas, conmemoración anual de la concesión de las exenciones inherentes al privilegio de villa, que en 1558 otorgó la católica majestad de Felipe II.
El lugar es feraz, particularmente en encinares y olivos. A pesar de estar situado en el reino de Andalucía, su clima resulta más bien fresco y húmedo como consecuencia de su enclave serrano, abundando las fuentes naturales.
El núcleo urbano se asienta en un valle arropado por laderas de fecunda vegetación y gran belleza.
Las ciudad de Jaén, que diera nombre al reino homónimo, trae por armas un cuartelado de oro y gules, concedido por el rey san Fernando III, a imitación del cuartelado real, distinguido con bordura componada de dieciséis piezas que alternan las armas de los reinos de León y Castilla.
La villa de Valdepeñas de Jaén basa sus armas en las de la ciudad capital. Una bordura fragmentada en las mismas piezas envuelve el campo de oro, que muestra la cruz de Santiago acompañada de dos crecientes ranvesados de gules.
Don Juan Moral, que encabezaba esta tediosa disertación, ha tenido la deferencia de remitir un enlace. Se trata de una página del Instituto nacional de estadística relativa a la distribución de apellidos a lo largo y ancho de la geografía nacional.
Los datos que ofrece esta herramienta muestran el número absoluto de individuos que comparten un mismo apellido, atendiendo a un criterio provincial, acompañándose el dato con el porcentaje que supone en relación al total nacional de personas con idéntico apellido.
Si se desprecian los datos relativos a las provincias que acogieron la gran migración de los años sesenta del pasado siglo, como aglutinadoras de población no autóctona, Madrid y Barcelona, la información resulta muy válida.
La muestra adolece, no obstante, de un dato necesario que revelaría una información quizá de más valor: el porcentaje que suponen los individuos con idéntico apellido en relación al conjunto de población provincial.

El vínculo electrónico recibido concluye esta entrada. Es el que sigue:

miércoles, 16 de febrero de 2011

INICIATIVAS PARLAMENTARIAS ACORDES A UNA SITUACIÓN DE GRAVE CRISIS ECONÓMICA

Un militar no puede expresar opiniones políticas, pero sí puede razonar sobre sistemas sociales e ideas.
El comunismo ya no tiene vigencia más allá de las fronteras de los escasos países que aún soportan la tiranía de sus gobernantes, quienes desean mantener sus prebendas a costa de su propio pueblo. El segundo mundo, aquel que se alojaba al otro lado del telón de acero, se rindió a finales de los ochenta del pasado siglo,
dejando una estela de millones de muertes de seres humanos. Millones.
Hoy, algunos nostálgicos de aquel sistema social de terror pretenden recrearlo, igualándonos a todos, igualándonos en la miseria. Su apoyo social es poco significativo, pero muy sonante por las novedades que proponen, invariablemente radicales. Gracias al cielo, la inmensa mayoría de los españoles prefiere un estado de derecho como el que propugna nuestra constitución. Una monarquía parlamentaria que nos equipara a naciones tan avanzadas socialmente como el Reino Unido, Holanda o Suecia. 
Se ha tenido noticia de dos proposiciones no de ley que emanan de un grupo parlamentario que aglutina dos coaliciones de corte comunista. La primera de ellas exige la abolición de los títulos nobiliarios y la segunda que se instaure en España el catorce de abril, como la fiesta del periodo que comenzó con el golpe de Estado incruento que motivó el abandono de España de la familia real en 1931.
Mi condición laboral me impide abordar, como merecen, las tergiversaciones palpables de la historia reciente que se recogen en los textos a los que se ha dado trámite parlamentario. Me limitaré a exponer una breve reflexión que ya conoce, improbable lector.
Al igual que la Iglesia propone a los santos como modelos a seguir, sugiriendo adecuar las conductas individuales a la caridad que exige nuestra fe; del mismo modo que incluso los regímenes comunistas reconocen el valor de sus militares otorgando distinciones que prenden en sus guerreras, y proponen a ciudadanos civiles como héroes para estimular el trabajo en favor de sus naciones; las sociedades que se han dotado a sí mismas de una monarquía parlamentaria, votando libremente no se olvide, premian con un título nobiliario, y a la vez proponen como ejemplo, a individuos cuyo esfuerzo a favor de la colectividad ha redundado en beneficios de toda índole para el conjunto de la ciudadanía.

martes, 15 de febrero de 2011

EL GATO CON BOTAS

Ha pasado a la historia como el creador de los cuentos infantiles más universales. ¿Quién no conoce la historia de Caperucita roja, La bella durmiente, Pulgarcito, Cenicienta o El gato con botas? Todas estas narraciones infantiles son el fruto de los ratos de ocio, consecuencia de la acomodada vida de alto funcionario civil, durante el reinado de Luis XIV de Francia, de Charles Perrault.
Vástago de una adinerada familia burguesa, nació en París en 1628, junto a su gemelo François. Su educación fue brillante lo que condujo, sin desmerecer su esfuerzo, a que alcanzara elevados puestos públicos y el reconocimiento de su valía al ser elegido miembro de la Academia francesa.
Evidentemente sabio, supo congraciarse con los poderosos del momento, evitando enemistades, en una época de gran descontento social en el vecino reino de Francia.
Vocacionalmente estudioso, su vida transcurrió entre libros y pronto empezó a publicarlos él mismo.
En sus cuentos, según la costumbre de la época, el desenlace es beneficioso para el orden moral pudiendo entreverse una moraleja referida al contenido.
Hoy deseo llamar brevemente su perspicaz atención, improbable lector, sobre una de sus más famosas historietas, El gato con botas, que para alcanzar el necesario final feliz recurre a argucias tales como el acceso a un título nobiliario, el de marqués de Carabás, a través de falso testimonio al rey; el soborno, acompañado de amenazas, a campesinos; y el engaño social.
Dudoso ejemplo de moraleja, pero moraleja al fin y al cabo.
Aunque el argumento de este cuento en su momento debió de ser, sin duda, considerado edificante para la moralidad, de publicarse hoy, convendrá conmigo improbable lector, sería denunciado por muchos como execrable ejemplo de arribismo nobiliarista y se solicitaría el secuestro de la edición.
Es más, la moralidad que propone el argumento reside en manifestar como loable el acceso a la nobleza titulada a través de la mentira. Engaño elogiable que justificaría consecuentemente, al amparo de la moraleja que sugiere el cuento, cualquiera de las artes que siguen:
la falsedad en el documento público de concesión de un título nobiliario, aunque sea antiguo;
la elaboración de un adulterado árbol genealógico, en el que la homonímia de un verdadero titulado, permita rehabilitar una añeja merced nobiliaria sin existir enlace agnado de parentesco;
el uso de distinciones nobiliarias extranjeras, de reinos vigentes o extintos, sin el necesario consentimiento ministerial;
o la rehabilitación de, por ejemplo un vizcondado, que realmente se concediera como previo a la definitiva creación del verdadero título nobiliario.
Concluyo el silogismo: Estas prácticas, al amparo de un cuento que ha sido considerado universalmente como ejemplar, como moralizante, resultan laudables y justificadas. Cualquier día me subo al carro y las pongo en práctica. Todas ellas.
Para dar fin a esta efímera entrada expongo una somera reflexión: ¿A lo mejor resulta que la moraleja venía referida al gato, y no a su dueño, y lo que se mostraba como moralizante era la lealtad del felino a su señor natural? La narración de Perrault concluye revelando que el gato recibió la baronía de Las grandes liebres, título, este sí, concedido por el rey.

lunes, 14 de febrero de 2011

TEUTONES

ESPAÑA  Y LA ORDEN TEUTÓNICA
(CABALLEROS TEUTÓNICOS DEL HOSPITAL DE SANTA MARÍA DE JERUSALÉN)

Por don Fernando del Arco García
Director de la Cátedra de Heráldica "Diego de Valera" del Real Ateneo de Madrid


Amigo y colega José Juan: Bien es cierto que siempre aparece alguna entrada estimulante para colaborar poco o mucho en tu nada tedioso blog; esta de hoy, sábado 12, me trae el recuerdo de la esposa de mi Santo Rey y Patrón don Fernando III, nuestra Reina doña Beatriz Isabel de Suabia,
acompañada y protegida por una selecta mesnada de caballeros teutónicos.
No tengo comprobado que a muchos de ellos les cautivó nuestra medieval idiosincrasia o el sol y nuestro clima (para ellos un auténtico cambio climático), el caso es, que estos caballeros teutónicos de Santa María de Jerusalén,
tomaron asiento y se afincaron aquí, unos colgando los hábitos formando familia, otros se incorporaron (para hacer cruzada) a nuestras órdenes de aquellos tiempos y tengo entendido que con el nombre de la orden quedaron como caballeros del séquito militar de la Reina; como nada hay probado vamos a considerar todo leyendas no vaya a salir por ahí algún "espíritu crítico"....
Termino con esta pregunta: ¿No será descendiente de algún caballero teutónico el linaje vasco: Les, Let, Lete o Leet , cuyo blasón aparece en el armorial navarro
 y en el gran escudo con las armas de domino y pretensión universales de nuestro Emperador Carlos I de España y V de Alemania?
¿Recuerdas las FIGURAS RARAS? Creo que estoy a punto de dar a los improbables lectores una sorpresa.

Fernando del Arco

domingo, 13 de febrero de 2011

ARMAS NUEVAS

Don Ángel Mora Blanco es persona conocida en el entorno de la comunidad heráldica. Ejerció durante años la secretaría de la Asociación de diplomados en heráldica y genealogía dejando un recuerdo de laboriosidad, de dedicación plena y de buen sentido del humor. Hoy sigue colaborando con la Asociación, a menor escala, en tanto que asuntos familiares de gravedad le requieren su tiempo.

En la breve entrada de hoy, como homenaje a su labor al frente de la secretaría de la Asociación, se propondrán a su conocimiento las armas de nueva creación que adoptó y registró hace años ante la autoridad del rey de armas don Vicente de Cadenas y Vicent.
Un escudo de plata, con chevrón de azur cargado de tres estrellas de oro, acompañado de dos morales de sinople en lo alto y una torre de gules en lo bajo. Jefe de gules con león echado de oro.