sábado, 5 de marzo de 2011

SÁBADO : IMÁGENES

Un gran diseñador heráldico. Un dibujante con trazas de maestro.
Don Carlos Navarro Gazapo es probablemente, de forma más que merecida, el más prolijo pintor actual de escudos.
Las armas del príncipe de Asturias, definidas por medio de real decreto de 2001, son fruto de su capacidad artística:
Su blog es parada obligatoria en cualquier consulta a la red en materia de heráldica. De hecho, puede considerarse un verdadero armorial.
Dos de sus diseños, sobre la base del escudo actual de España, de facturas excelentes, sirvieron como reclamo de portada para la magna obra Símbolos de España, en sus ediciones de 1999 y 2000, publicadas por el Centro de estudios políticos y constitucionales.
Su acabado aspecto no ha pasado desapercibido para las autoridades españolas.

Nuestro escudo nacional se definió a través de las tres normas legales, de 1981 y 1982, que blasonaron, dibujaron y definieron los colores de las armas de España:

el Real Decreto 2964/1981, de 18 de diciembre, por el que se hizo público el modelo oficial de escudo de España (BOE núm. 221, de 15 de septiembre)
y el Real Decreto 2267/1982, de 3 de septiembre, por el que se especificaron técnicamente los colores del escudo de España (BOE núm. 221, de 15 de septiembre).
Este cuerpo normativo consagró como institucional un diseño de nuestro escudo que, aunque con evidente buena intención, no puede ser considerado un ejemplo de arte heráldico. Al contrario, es más bien frío, aséptico.
Como se señaló más arriba, a las autoridades no han pasado desapercibidos los modelos, a todas luces más estéticos, de don Carlos Navarro Gazapo.
Hoy, que es sábado gracias a Dios, se expondrá una imagen de la balconada del edificio de una de nuestras embajadas españolas, que efectivamente hay varias, en la ciudad caput mundi, en Roma.
No, no se equivoca, improbable lector, el escudo nacional que campea en la fachada de la legación es el creado por don Carlos Navarro.
El enlace al blog Heráldica hispánica es el siguiente: http://heraldicahispanica.blogspot.com/

viernes, 4 de marzo de 2011

PROPUESTA DE ESCUDO PARA EL MARQUÉS DE DEL BOSQUE

NUEVA PROPUESTA DE ARMAS PARA EL I MARQUÉS DE DEL BOSQUE

Por don Xavier Garcia
Diseñador heráldico

José Juan,

Primero de todo felicitarte por tu blog. Muchas veces hay entradas muy interesantes. Segundo: muy bueno lo de la roja, me he reído un rato... como es muy tarde y es por diversión, excusa mis formas y permitirme que te tutee.
En los pocos ratos libres de que dispongo soy diseñador heráldico y es posible que más de un escudo dibujado por mí te habrás topado por la red de redes sin saberlo. Pero carezco de tiempo. El poco que tengo lo dedico a realizar algunos escudos para el "Nobiliari General Català Vol. 5" de Armand de Fluvià, que esperemos que salga pronto. También estamos a la espera de que se publique el "Repertori de grandeses, títols i corporacions nobiliàries de Catalunya III", que a diferencia del II, tendrá los escudos dibujados.
Xavier de Cruïlles a veces me pide escudos de municipios catalanes para su blog, hace poco le envié los de las comarcas del Vallès Occidental, Vallès Oriental y Barcelonès.
A lo que venía: nací un 27 de agosto, bajo el signo de virgo, y como buen virgo soy observador y criticón. Me voy a permitir criticar, sin daño, el escudo que has planteado para el nuevo marqués. Solo en las formas, que como idea me parece muy buena, el diseñar unas armas parlantes. Pero, a mi juicio, no creo que sea apropiado representar un paisaje con esmaltes "al natural" tal y como se hacía en plena decadencia de esta extraña afición que tenemos los que nos acercamos a tu blog.
Como la crítica estéril no es buena te añado dos posibles ideas acompañadas de sus respectivas imágenes:

Particularmente, hubiera diseñado algo mucho más simbólico y sencillo, seguramente por la gran influencia que tiene Armand de Fluvià sobre mí en temas de heráldica, algo como "De oro, tres árboles de sinople; la bordura de gules con once estrellas de oro"
justificando el diseño de esta forma: Los tres árboles son efectivamente armas parlantes, la bordura "roja" por el nombre popular de la selección y las estrellas como referencia a los jugadores del equipo de fútbol.

Otra opción, igualmente simbólica y sencilla sería esta: En campo de oro once árboles de sinople, en disposición de 3:3:4:1. No, no es que me haya bebido nada raro esta mañana, es que es como salieron a jugar la final. Te lo juro.
Evidentemente, la mía es otra opinión más, tan válida como la de cualquier otro.

¡Hasta otra ocasión y felicidades de nuevo!

Xavi Garcia

jueves, 3 de marzo de 2011

MANTOS

Hubo un tiempo, no tan lejano, en que las mujeres vestían como tales y los hombres usaban ropas que anunciaban su oficio: Los sacerdotes lucían sotana; los cardenales también, aunque de color eminencia;
los militares paseaban orgullosos sus uniformes por las calles, lo que hacía que surgieran más vocaciones a la carrera castrense;
los ministros tenían su propia vestimenta; y hasta los reyes lucían sus ropajes propios: Manto de gules con vuelta de armiños.
Hoy los reyes, en España, visten como cualquier mortal. Por el contrario, en los reinos de nuestro entorno geográfico europeo y del resto del mundo se uniforman como tales, al menos en las ocasiones cuya solemnidad lo exige.





Lucen sin rubor sus mantos y nadie en su sano juicio se permite elevar crítica alguna. No hacen otra cosa que utilizar la ropa que corresponde a su alta condición.
Es verdad que en los reinos que conformaron lo que hoy es España los soberanos sí vistieron sus mantos.
Y no solo en los siglos medievales. En la edad contemporánea no ha sido infrecuente que las capas propias de su jerarquía institucional fueran lucidas por los monarcas.
La heráldica, como se ha explicado en alguna ocasión, es un arte basado en un método científico que centra su estudio en lo que acontece en el interior de una boca de escudo, y con menor rigor académico, en lo que sucede en el exterior del contorno.
Entre las ornamentaciones que se han dispuesto alrededor de los escudos, que se denominan adornos exteriores, ha sido elemento común el uso del manto que visten como propio los reyes, consiguiendo un agradable efecto.
Pero no solamente los reyes. Como conoce, improbable lector, también los grandes de España gastan manto de gules con forro de armiños para representar sus armas, participando de alguna forma en la soberanía al ser considerados desde inmemorial como primos del monarca.
Es decir, el manto que sirve como adorno exterior de las armerías pretende significar soberanía, dominio, potestad.
Es necesario recordar, ahondando en esta idea, que el bonete que disponen sobre su corona los reyes, príncipes, infantes y grandes de España, y solo ellos, invariablemente de gules, no es otra cosa que el manto propio de su dignidad, dispuesto de tal forma que atraviese el interior del aro.
De ahí que tan solo esas dignidades nobiliarias luzcan corona con bonete
y el resto de títulos sin grandeza corona simple.
Hasta este punto todo correcto. Pero vuelvo al comienzo de esta aburrida exposición para recordar que también los caballeros, hoy como antaño, visten los hábitos que denotan su condición en las ocasiones que así lo requieren.
Me centraré en dos corporaciones. Los caballeros de la orden institucional del Estado Español denominada según el nombre de pila y numeral de soberanía del monarca fundador, Carlos III, vistieron hábito conventual al celebrar capítulos y ceremonias a los que eran convocados.
De la misma forma, la orden de Isabel la Católica, la única que aún provee de nobleza personal a quien se hace merecedor de ser admitido en su seno, tenía definido su propio hábito, que era lucido por los caballeros cuando el protocolo lo exigía. 
Pues bien, caballeros de ambas corporaciones, desde antiguo, han dispuesto como adorno exterior de sus armas el hábito conventual, desechando el escrúpulo del significado de ejercicio de soberanía que connota.
De alguna forma puede justificarse la costumbre en estas dos corporaciones al considerar que se trata de órdenes propias del Estado español, que pretenden remunerar servicios especialmente relevantes para la nación.
Pero, y es a donde he pretendido conducir su razón improbable lector, convendrá conmigo que no es acertado representar armerías disponiendo el manto de cualesquiera otras órdenes de las muchas que habitan estos reinos.
El manto es propio del rey y de los grandes en tanto que denota soberanía y, en consecuencia, no es correcto su uso por parte de los títulos sin grandeza ni de los caballeros particulares, salvada la excepción definida por las dos órdenes citadas.